La figura de una persona que lleve el pulso de sus finanzas y la de un contador que analice las mismas son dos cosas con la que debe contar toda empresa, pero muchas veces suelen confundirse sus funciones.

Seguidamente, tratamos ambos conceptos, damos una explicación sencilla de en qué consiste cada uno y resaltamos sus diferencias:

La teneduría de libros. Aquella persona que controla sus finanzas es el que realiza la llamada “teneduría de libros”, es decir, quien verifica que sus transacciones, créditos, facturas y pagos estén registrado de manera oportuna en los soportes adecuados. Trabaja para que coincidan los registros del banco y de la empresa y que cuadren los números en los estados de cuenta mes a mes.

El libro de contabilidad principal es la base de una empresa, y debe actualizarse de forma continua. Los registros de teneduría deben estar impecables, pues en cualquier momento pueden ser consultados por instituciones financieras a las que se les solicitó un crédito o por potenciales inversionistas.

El tenedor de libros es un cargo de suma importancia en cualquier empresa, y debe ser una persona muy ordenada y responsable. Y también debe tener la capacidad de saber cuándo debe referir un problema financiero específico a un contador. Recuerde que los contadores utilizarán los registros que él genere para ayudar a los dueños de negocios a tomar decisiones financieras.

La contabilidad. Este concepto se refiere al examen de los datos que están contenidos en la teneduría de libros para obtener un panorama financiero más amplio.

Una vez que analice estos datos contenidos en tus libros, el contador debe hacerle recomendaciones para mejorar las finanzas en su empresa siempre en cumplimiento de las leyes fiscales. También debe determinar cuáles áreas son las más productivas y las más débiles y cuál es el valor de su negocio.

Quienes llevan la contabilidad de una empresa están también encargados de sugerir opciones de financiamiento y atender áreas como la gestión del flujo de efectivo. Incluso pueden ayudar al empresario a tomar decisiones relativas a la inversión.

Y debe estar tan metido en sus finanzas que cuando llegué el fin del año fiscal completará la declaración de impuestos sin ningún inconveniente. ¿Es necesario aumentar precios, diversificar el inventario, reducir gastos? Son todas respuestas a las que un contador debe responder.

Diferencias. Para decirlo de la forma más sencilla posible: el tenedor de libro prepara los estados financieros, el contador es quien debe interpretarlos.

Hay muchas áreas en común a ambos, tareas que a veces se solapan, pero cada proceso es distinto.

Un tenedor de libros, por lo general, no se limita a pasar cifras a un documento, sino que también debe advertir al empresario cuando haya muchos retrasos en los pagos o cuando el flujo de efectivo sea muy bajo, por ejemplo.

Mientras que un tenedor de libros realiza tareas más propias de la administración, un buen contador debe ir más allá y ser una especie de asesor y advertir cuándo se debe comprar nuevos equipos o hacer mejoras en las instalaciones, por ejemplo.

Además, un contador debe indicar cuándo es un buen momento para solicitar un préstamo y luego ayudar a manejarlo de forma eficiente.

Ambas figuras cumplen funciones distintas, aunque uno se retroalimenta con lo que el otro genera. Y, sobre todo: ambos son una parte fundamental de cualquier empresa.

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